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Por qué las zonas verdes son clave contra el cambio climático.
by Raquel Saracho 0 comments
Más de la mitad de la población mundial vive en áreas urbanas y este porcentaje seguirá creciendo, esto nos hace pensar en la importancia que tiene una adecuada gestión de estos espacios, donde se produce la mayor concentración de contaminantes, ruidos y emisiones.
El 80% del dióxido de carbono emitido a la atmósfera procede de áreas urbanas, aunque este gas de efecto invernadero no es el de mayor potencial de calentamiento, si que es el más conocido por ser emitido en cantidades masivas por la actividad humana provocando los mayores efectos en nuestro planeta.
Actualmente España sigue emitiendo CO₂ por encima de los límites marcados por el protocolo de Kioto que pedía disminuir las emisiones en un 5% respecto a 1990 a nivel mundial.
Las investigaciones han determinado en la última década la importancia que tiene los sumideros de carbono para regular la cantidad de este gas presente en la atmósfera, la vegetación es uno de los principales sumideros de carbono al ser capaz de secuestrar este gas mediante la fotosíntesis y pasar a formar parte de las ramas, tronco y hojas de los mismos.
Por tanto, la conservación de las masas verdes es vital para regular el ciclo del carbono, en este sentido cuando hablamos de masas verdes pensamos en grandes bosque o selvas, se estima que un 1 km² de bosque genera 1.000 toneladas de oxígeno al año, pero en nuestras ciudades también existen un gran número de sistemas verdes formados por árboles que nos aportan multitud de beneficios: regulan la temperatura, nos aportan belleza, depuran el aire, retienen el agua de lluvia, son cobijo de especies animales y capturan importantes cantidades de CO₂.
Un estudio realizado por la Universidad de Sevilla¹ determina que la vegetación presente en la ciudad puede llegar a absorber el 80% de las emisiones de CO₂ producidas por el tráfico de la ciudad. Lo más interesante de este estudio es que determina que la capacidad de absorción de CO₂ varía según las especies, para ello realizaron multitud de mediciones teniendo en cuenta variables como la temperatura, porte del árbol y edad del mismo. Un árbol tiene mayor capacidad de absorber CO₂ cuando es joven ya que su tasa de crecimiento es más alta y necesita carbono para desarrollar sus estructuras (tronco, raíces, hojas…), sin embargo a medida que un árbol envejece absorbe menos CO₂, pero retiene en su interior una gran cantidad de CO₂ absorbido durante años. La quema de un árbol supone la liberación instantánea del carbono contenido en el mismo en forma de dióxido de carbono, una de las peores consecuencias a nivel global que producen los incendios forestales.
La Organización Mundial de la Salud OMS determina que la superficie mínima de zona verde por habitante debe ser de 9 m², o dicho de otra manera 1 árbol por cada 3 habitantes, sin embargo en la mayoría de ciudades no se cumple este valor, encontrándonos aproximadamente en un 7,6 m²/hab de media en Andalucía. Sin embargo la evolución ha sido muy positiva ya que en 1995 el valor era de 1,3 m²/hab, hay que tener en cuenta que respecto a otras comunidades Andalucía cuenta con mayor número de habitantes lo que supone la necesidad de tener mayor superficie verde. Esto nos hace ver la importancia de la planificación urbanística y de la ordenación del territorio en la evolución de las ciudades, en este caso la responsabilidad recae en el Plan General de Ordenación Urbana de la Ciudad y en las planificaciones que derivan del mismo.
Si en el desarrollo de la ciudades tenemos en cuenta conceptos como la cercanía a servicios públicos o la creación de nuevas infraestructuras como carriles bici, también sería muy interesante incorporar la vegetación urbana no solo como zonas de esparcimiento y ocio, sino como auténticos sumideros de CO₂ y pantallas frente al ruido y la contaminación.
En el estudio mencionado anteriormente¹, se analizaron 14 especies que forman parte de la vegetación ornamental de cualquier ciudad andaluza (acacia, álamo, árbol del amor, brachichiton, catapalta, ciprés común, ciruelo japonés, jacaranda, laurel, magnolio, melia, naranjo amargo, olmo y plátano de sombra) según el estudio el brachichiton (brachychiton populneum) sería la especie con mayor tasa de fotosíntesis neta 8970 g CO₂/día, seguido de la acacia (gleditsia triacanthos) con 5560 g CO₂/día, según estos datos la selección de estas especies vegetales en la creación de parques y jardines ayudará a una mayor captación de CO₂.
Pero para realizar la mejor selección posible de la vegetación urbana hay que tener en cuenta otros parámetros como el consumo hídrico. Todas las plantas consumen agua por cada gramo de CO₂ que asimilan, este consumo de agua es diferentes entre las especies. Teniendo en cuenta las condiciones climáticas de nuestro entorno y la importancia en el ahorro de agua sería muy interesante considerar que especies capturan mayor cantidad de CO₂ y consumen menor cantidad de recursos hídricos, es decir, las más eficientes para nuestras ciudades.
Para determinar la necesidad de los sumideros de CO₂ también es fundamental conocer las emisiones que estamos llevando a cabo, para ello el estudio de la huella de carbono nos permite saber las emisiones de dióxido de carbono CO₂ que se realizan en la cadena de producción de cualquier bien o servicio, desde la obtención de materias primas hasta el tratamiento de desperdicios, pasando por la manufacturación y el transporte. Cada vez son más la empresas y administraciones que desean conocer su huella de carbono y que se ponen en contacto con nosotros Green Globe SyPA para solicitar nuestros servicios, esto demuestra el creciente interés en este campo de estudio y la necesidad de tomar medidas que nos permitan reducir la concentración de CO₂ emitido a la atmósfera.
1.Figueroa Clemente, Manuel Enrique (Coordinador), Luque Palomo, Mª Teresa (Autor/a), Redondo Gomez, Susana (Autor/a), Rubio Casal, Alfredo Emilio (Autor/a), Vecino Bueno, Inmaculada (Autor/a), et. al.: (2007) La Vegetación Urbana Como Sumidero de Dióxido de Carbono. Agencia de la Energía de Sevilla.
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