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La educación ambiental ha sido definida como “de respuesta educativa a la crisis ambiental”, reconocida como una crisis de dimensiones globales. Por esto y por otras numerosas razones, una de nuestras principales líneas de trabajo la dedicamos a esta tarea, tan necesaria como reconfortante.
Las sociedades industrializadas son las principales responsables de los grandes problemas ecológicos. No sólo degradan su ambiente y aportan sus propios recursos, sino que al tener una huella ecológica mucho más amplia que su territorio, contribuyen drásticamente a la degradación ambiental y la destrucción de recursos en los países menos desarrollados.
Estos problemas ecológicos globales están principalmente asociados con el agua, el suelo, la atmósfera, la biodiversidad, los materiales, la energía, el transporte y el territorio.
En la Conferencia sobre Educación Ambiental, celebrada en Tbilisi (Georgia) en 1980, se llegó a la conclusión de que la educación ambiental es el mecanismo más eficaz para acabar con el deterioro ambiental y de que cada país deberá fomentarla, con el fin de conseguir comportamientos positivos de conducta respecto al medio ambiente. En esta conferencia se dirigió un llamamiento a todos los estados para que incluyeran en sus políticas educativas contenidos, directrices y actividades ambientales.
En los años noventa, se extiende una nueva visión del papel que debe jugar la educación ambiental como herramienta para colaborar en la solución de los problemas ambientales, Debido a ello, en España, el Ministerio de Medio Ambiente, publicó en 1999 el Libro Blanco de la Educación Ambiental, con el objetivo de promover la acción ambiental entre individuos y grupos sociales; una acción informada y decidida a favor del entorno y hacer una sociedad sostenible, realizada en el contexto vital de los ciudadanos: hogar, trabajo, escuela, ocio y comunidad. Es
Según Ramón Tamames, premio nacional de medio ambiente y premio Castilla y León a la protección del medio ambiente, “La educación ambiental es un intento de explicar qué podemos enseñar y qué debemos aprender para disfrutar de un entorno mejor y para transmitir un mundo más hermoso a las generaciones venideras” Por tanto, entendemos la educación ambiental como una corriente internacional de pensamiento y acción. Su meta es procurar cambios individuales y sociales que provoquen la mejora ambiental y un desarrollo sostenible.
Esta educación, para que dé sus frutos, debe ser permanente y enfocarse en un triple sentido: desde un punto de vista interdisciplinar, orientado hacia la resolución de los problemas ambientales desde todos los ámbitos del conocimiento; desde un punto de vista formal, mediante su inclusión en planes de estudio de los distintos niveles académicos de cada país; y desde un punto de vista no formal, dirigiéndola a todos los ciudadanos mediante un correcto uso de los medios de comunicación.
La educación ambiental es, sin duda, una educación para la acción. Actúa cumpliendo nuestros conocimientos y conciencia acerca de los impactos de las actividades humanas sobre el medio, pero el objetivo último es el de mejorar nuestras capacidades para contribuir a la solución de problemas.
Así, y ante la situación ambiental que vivimos actualmente, resulta evidente la urgencia de emprender cambios en muchos frentes y de asumir responsabilidades, por parte de todos los sectores sociales, desde lo individual a lo colectivo.
Porque “sólo se puede proteger al medio ambiente a través de su concienciación”
Ver sección de los proyectos de Formación y Educación Ambiental que realizamos en Green Globe.
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