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El exceso de luz no es signo de desarrollo económico y riqueza, sino de contaminación lumínica.
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La contaminación lumínica es una de las consecuencias del uso excesivo e irresponsable de la energía eléctrica en el alumbrado de exteriores.
Los países desarrollados promueven una sociedad del “bienestar” de la que resulta un consumo energético exagerado. Esta producción energética causa, además de los problemas ambientales ya conocidos como son el efecto invernadero, el calentamiento global o la lluvia ácida, otra forma de contaminación ambiental, la contaminación lumínica.
Este tipo de contaminación causada por el ser humano amenaza con alterar el segundo ciclo, al eliminar la noche, lo que afectaría tanto al medio ambiente y a los seres vivos como a la salud humana, viéndose los países desarrollados los más afectados.
Las zonas más contaminadas lumínicamente, se encuentran en Norteamérica, Europa y Japón. En España destacan las ciudades como Madrid, Barcelona y la zona del Litoral Mediterráneo.
Es cierto que la iluminación exterior aporta grandes beneficios, como pueden ser la seguridad, fluidez de tránsito o activación de zonas de interés. Pero como contrapartida provoca grandes costes y perjuicios que hay que tratar de evitar. Sólo el equilibrio puede conciliar los intereses de las actividades humanas de noche con el respeto al medio ambiente. No se trata de dejar a las ciudades y pueblos con la iluminación deficiente por la noche, al contrario, una reducción de la contaminación lumínica conlleva una mejora y eficiencia de la calidad de la iluminación ambiental.
Efectos principales de la contaminación lumínica:
- Dispersión hacia el cielo. Es la desviación de la luz en todas direcciones. Las manifestaciones más características de esta dispersión es el típico halo luminoso que recubre las ciudades y las nubes refulgentes como fluorescentes
- Intrusión lumínica. Se produce cuando se emite luz en direcciones que exceden el área donde es necesaria, invadiendo zonas vecinas. Es un fenómeno común en áreas urbanas donde, a menudo, la luz artificial no deseada procedente de la calle se introduce en viviendas privadas, produciéndose una pérdida de calidad de vida.
Supone una reducción de la visibilidad de las personas que circulan por la vía pública, provocada por el efecto de la luz emitida por instalaciones de iluminación artificial. Actualmente se tiende a iluminar en exceso las carreteras, pensando que supone un aumento de la seguridad vial, pero por el contrario, los conductores circulan a mayor velocidad en los tramos más iluminados, aumemtando el grado de siniestralidad. Además, luces mal orientadas o demasiado potentes deslumbran, hacen perder agudeza visual y generan zonas de sombra muy contrastadas que dificultan la visión.
- Efectos sobre la biodiversidad. También supondría una afectación a la flora y fauna nocturna, suponiendo una agresión a aquella parte de la naturaleza que se desarrolla de noche. A la vida marina la luz artificial altera los ciclos de ascenso y descenso del plancton marino (base de la cadena alimenticia). Otro caso es el deslumbramiento y desorientación en aves haciendo que estas pierdan el rumbo, o incluso alteren sus horarios de alimentación, afectando gravemente a su salud.
- Destrucción del paisaje celeste. La luminosidad del cielo urbano, de un tono gris-anaranjado, destruye el paisaje nocturno por la pérdida de visión de los astros del cielo.
Consumo del Alumbrado Público
La emisión de luz implica un consumo energético excesivo debido a la intensidad, y el horario de funcionamiento y/o su distribución espectral. En cifras, el gasto energético del alumbrado público representa, a escala municipal, aproximadamente el 50% del gasto energético total. Medidas correctoras, tales como el uso de lámparas de sodio o bajo consumo, focos que eviten el flujo de luz por encima del plano horizontal o la limitación del horario del funcionamiento de dichos focos, entre otras, reducirían
En España, el documento sobre la propuesta de modelo de ordenanza municipal de alumbrado exterior para la protección del medio ambiente mediante la mejora de la eficiencia energética del Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE), señala que el alumbrado público en España consume 4.700 GW/h por año y es responsable de la emisión a la atmósfera de 4.250.000 toneladas anuales de CO2. La capacidad de ahorro de este sector se estima en un potencial medio de un 20%, lo que significaría reducir las emisiones en unas 850.000 toneladas de CO2 por año.
En definitiva…
Cualquiera de estas manifestaciones de contaminación luminosa, derivadas de un consumo irracional, suponen una serie de consecuencias negativas que repercuten en tres ámbitos: económico, ecológico y social.
Desde el punto de vista económico se produce un abuso de los recursos naturales, hay un sobreconsumo de combustibles fósiles, energía y otros recursos.
En la vertiente social, una iluminación exterior excesiva puede convertirse en un peligro para conductores y viandantes.
En el aspecto ecológico, quizás el menos conocido, pero no por ello el menos importante, la contaminación lumínica ejerce un impacto sobre la biodiversidad y el medio ambiente.
La falta de normativa y el crecimiento desordenado genera esta contaminación que constituye otro de los problemas ambientales provocados por el ser humano y que nos afectan a todos.
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